Hace poco, Warner Bros. anunció que uno de los proyectos más grandes de su nueva plataforma de streaming (Max) sería una serie de Harry Potter basada en los siete libros originales, la cual tendrá siete temporadas, una para cada libro y tendrá a JK Rowling como productora ejecutiva.
A mí nunca me ha interesado mucho Harry Potter —aunque he tenido suficiente contacto con las películas y los libros—, sin embargo, esta decisión del estudio me llamó por varias razones.
Es interesante que el estudio decidiera rehacer la misma historia a pesar de la popularidad de las películas originales y de que en realidad no ha pasado tanto tiempo desde que terminó la saga. A poco más de diez años del estreno de Las Reliquias de la Muerte, Parte 2, Harry Potter sigue siendo una de las franquicias más populares actualmente y la marca está tan definida, que es casi imposible no reconocer productos de Harry Potter en la vida cotidiana.
Esto me llevó a pensar en las posibilidades del estudio sobre cómo abordar esta nueva visión: arriesgarse a perder las imágenes que nos son familiares y nos facilitan la identificación de un producto como perteneciente a la franquicia, o preservarlas y simplemente reemplazar a los actores, lo cual podría crear una sensación de extrañeza, como si estuviéramos viendo a niños haciendo cosplay.
Sin embargo, lo que más me llamó la atención es la decisión del estudio de darle las riendas del proyecto a J.K. Rowling, quien en los últimos años ha demostrado dos cosas. La primera es que no necesariamente ha sabido crecer y evolucionar como escritora de fantasía gracias a que es incapaz de aceptar errores o sesgos y por no saber recibir crítica constructiva. La segunda es que, con la serie de películas, Animales Fantásticos, demostró que tampoco tiene la capacidad de llevar un proyecto tan grande sin que la historia se le caiga y sin que su ego se interponga entre el arte y la necesidad de castigar a quienes la cuestionan.
De todo esto y más comento en el video de hoy.